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  • akashaser

SALIR AL ENCUENTRO

Actualizado: 3 may 2021

Nadie se hace a sí mismo. Somos en el encuentro con el otro cuando el otro nos acepta tal y como somos. Uno no crea al otro, éste se aparece delante de uno y solo será visto y aceptado si uno sale a su encuentro; es decir, que solo se da el reconocimiento si uno tiene la intención de mostrarse y el otro la de buscarlo y el deseo de encontrarlo.

En la parábola del hijo prodigo, después de pasar penurias fuera de su casa y acabar su dinero, el hijo decide regresar a casa, “y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó”. El Padre sale al encuentro del hijo, lo estaba esperando (lo ve a lo lejos) y el hijo esta abierto al amor del padre, acepta ser amado; mas no es así con el hermano mayor que no lo reconoce, no esta dispuesto a salir a su encuentro porque no lo acepta. El hermano mayor se encierra en sí mismo y “el otro” -su hermano- se convierte en un ser de desprecio.

Esto es algo que experimentamos en nuestra vida cotidiana, el otro esta ahí pero no se hace a sí mismo, solo nace para sí mismo cuando es aceptado por el que sale a su encuentro y éste acepta su reconocimiento. Salir al encuentro del otro y dejarse encontrar de ese otro es el principio del acuerdo que puede generar la mejor convivencia y la construcción de procesos para el desarrollo humano.

No salir al encuentro del otro y quejarse de su apariencia, de estar ahí, es romper el principio de la existencia humana de que somos en el otro, pues nadie se hace a sí mismo, siempre somos engendrados por otro y por otros en esa espiral de relaciones, donde podemos llegar a ser nosotros mismos, pero solo para seguir engendrando.

No salir al encuentro del otro y quejarse de su apariencia, es vivir en la oscuridad del miedo y peor aun ser incapaz de afrontar ese miedo, llenándose de odio y huyendo siempre sin percatarse que no se anula al otro sino a sí mismo.

La historia feliz de la humanidad es la historia de la aceptación y de los encuentros que han hecho posible los cánticos y las danzas, los inventos, la construcción de valores y las dinámicas de progreso.

La historia infeliz de la humanidad son los desencuentros, encierros, huidas y miedos sobre aquello que no es igual a uno y que no se está dispuesto a aceptar, lo que ha generado guerras, hambrunas, discriminación y pobrezas.


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