Quién no estuvo tantas veces sentado con algún amigo o amiga hablando de todas las cosas. Desde las más simples o ridículas hasta las más complejas, con razonamientos filosóficos o fórmulas matemáticas … cuando de repente pasó alguien por allí que nos preguntó ¿qué hacen? Y le hemos respondido: “aquí… arreglando el mundo”
El mundo no es el mundo, es nuestra representación del mundo. Lo que llamamos mundo es aquello que hemos configurado en nuestro pensamiento de acuerdo con la perspectiva desde donde lo percibimos y sobre la cual le construimos un Sentido. Cada persona construye una representación de mundo desde su situación espacio-temporal y al compartirla con otros, que se ubican en sus mismas coordenadas, van conformando una cultura, o sea una manera de representarse el mundo y crear las condiciones objetivas para vivir según esa representación. Esto quiere decir que el mundo tiene la forma de nuestro pensamiento y no al contrario como algunos aun lo creen. Dicho de otra manera, el mundo no es rojo o azul; redondo o cuadrado, caliente o frío, grande o pequeño, etc., pues esto son solo las palabras que hemos construido y sobre las que nos hemos puesto de acuerdo para referirnos al mundo y poder interactuar con las otras personas.
El mundo es como nos lo representamos y sobre la comprensión de esta condición construimos los principios de la convivencia humana cuando podemos asombrarnos, aceptar y tolerar que sobre una misma cosa otras personas (comunidad-pueblo) tengan otra representación que los lleva a experimentar diferentes sensaciones y conocimientos sobre los cuales organizan su vida de una manera distinta a la de uno.
Entonces, ¿cada cabeza es un mundo, como dicen por ahí? Hasta cierto punto sí. Es decir, lo que cada persona guarda en su cabeza es su mundo y este puede ser tan grande o tan pequeño como su horizonte lo permita; y desde este horizonte (hasta donde llega la mirada), que puede ser muy amplio o muy estrecho, cada quien encuentra las explicaciones sobre su vida emocional, su situación económica, su condición social, sus creencias, su ideología, etc. Cuando se llega al limite de este horizonte y surgen los cuestionamientos sobre el sentido de la vida, la posibilidad de un más allá de la muerte, el remordimiento o la añoranza por el pasado; o la incertidumbre y la esperanza de un futuro mejor; o la resignación o inconformidad por el incomprensible presente; entonces decimos que el mundo se desmorona…nuestro mundo…nuestra representación del mundo. En este punto, es cuando debemos buscar ese amigo-amiga que nos ayude a “arreglar el mundo”.
Entonces cuando decimos que “estamos arreglando el mundo” es cierto, pues estamos arreglando “nuestro mundo”. Por eso cuando termina esa conversación con aquel amigo-amiga, sentimos que parte de los problemas se han arreglado, que la vida vale la pena, que lo vivido nos trajo hasta donde estamos y que el futuro no está prediseñado; que debemos seguir luchando por nuestras ideas y que en cualquier caso y circunstancia debemos procurar vivir haciendo lo que nos hace felices.
Que no nos de pena ni pereza BUSCAR, en los momentos difíciles, aquel amigo-amiga que nos puede ayudar a “Arreglar el Mundo”…. y que ojalá, si estamos del otro lado, cuando escuchemos ese llamado no seamos indiferentes o nos hagamos los importantes para no atenderle oportunamente.
