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  • akashaser

MORIR DE AMOR

Actualizado: 3 may 2021

El amor, lo sabemos todos, es más que ese sentimiento que se profesan las parejas cuando se dice que están enamoradas; por eso sobre el amor se han escrito libros y se han hecho versos, pinturas, representaciones teatrales y piezas musicales en todos los ritmos, para todos los tipos de amor de todas las épocas y en todos los ámbitos de la vida donde él sea posible.

Resulta curioso que una misma palabra la utilicemos en momentos o situaciones tan diferentes; y por eso creo que quizá hay algo en su esencia que es común en todas las circunstancias. Pero, ¿qué es ese algo? La respuesta habría que buscarla en el propósito mismo del amor.

¿Qué busca el amor? Y la respuesta parece muy simple: el amor busca el amor. Entonces tenemos que recurrir a otra pregunta: ¿cuál es la esencia del amor? Y la respuesta también es sencilla: el reconocimiento. En esta lógica el amor busca el reconocimiento.

Los seres humanos nos hacemos unos en otros: yo me hago en la mirada del otro y el otro se hace en mi mirada; de la forma como interprete su existencia será el tipo de relación que construya con él. Es decir que, así como sea de amplio el horizonte de interpretaciones que pueda tener sobre las personas, así de amplio será el tipo de relaciones que establezca con ellas.

En consecuencia, podemos decir que una mirada de amor es una mirada de aceptación de la otra persona en lo que es: en su figura física, de su estado o capacidad mental y de su expresión carismática o espiritual. Como ya lo ha dicho Humberto Maturana “aceptar al otro como un legítimo otro en la convivencia con uno” es la esencia del amor en todos los ámbitos de la vida humana. Es en este contexto que tiene sentido la idea de que el amor solo busca el amor; es decir, el amor no busca en el otro un medio para conseguir un propósito personal, o hacer del otro un objeto que se puede consumir y satisfacer una necesidad bilógica o emocional.

En el primer caso, cuando interpreto que el otro, que aparece frente a mí, es un medio para conseguir mis propios fines, lo estoy viendo como un simple objeto, no lo reconozco como persona pues no me interesan sus pensamientos, sentimientos o emociones si no constituyen un insumo para conseguir mis propios fines. En el segundo caso, es cuando se confunde el amor con la apetencia, o sea con la necesidad de obtener algo para consumirlo; en este caso interpretamos que la otra persona es alguien con la que satisfacemos una necesidad biológica o que nos pertenece como un objeto preciado. Cuando algo nos apetece lo buscamos incesantemente hasta conseguirlo, una vez lo tenemos es consumido, se destruye, ya no nos interesa.

En ninguno de estos casos podemos decir que amamos pues, aunque veo la otra persona, mi interpretación tiene un sentido utilitarista o estratégico, pero no hay reconocimiento desde su esencia como persona, es decir no hay amor de ningún tipo.

Aquí surge otra pregunta, si la esencia del amor está en el reconocimiento, ¿Qué es lo contrario del amor? Para muchas personas, lo contrario del amor es el odio, sin embargo, en el argumento que llevamos aquí, el odio estaría en un plano paralelo al amor pues también es una emoción que surge de algún tipo de interpretación en el encuentro entre dos personas. En la lógica de nuestro argumento lo contrario del amor sería la indiferencia; es decir no ser visto, o ser ignorado, pues sería una persona que existe en el plano físico pero no existe en el plano emocional de otra persona. Imaginemos una persona que llega a su casa y nadie lo ve, ni lo oye ni lo saluda; nadie se percata de su presencia. Su existencia carece de sentido al no estar en la percepción de otro que pudiera, al menos, echar de menos su presencia.

En el mundo la mayoría las personas son indiferentes para nosotros, eso no es problema, el problema es pasar inadvertidos para aquellos con quienes hemos construido el sentido de nuestra existencia y compartimos las representaciones del mismo mundo de la vida cotidiana.

Con los acontecimientos del ultimo año, relacionados con la Pandemia del COVID-19 muchas personas han entrado en angustia crónica por perder su fuente de ingresos y no encontrar la forma de encontrar el mínimo necesario para cubrir las necesidades básicas de la familia; otros han entrado en crisis por depresión y/o ansiedad al reevaluar el sentido de su existencia o al aflorar problemas reprimidos de años y experiencias anteriores.

En esos casos, ¿podría esta persona morir de amor? O mejor ¿morir por falta de amor?

No permitamos que aquellos con quienes hemos construido una parte de nuestro mundo...de su mundo, caigan en el abismo de desamor.


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